Estos gatitos, que viven hace muchos años en los jardines del Hospital Hermilio Valdizán, están en peligro de muerte por culpa de una pugna entre un sector del sindicato y el director del centro siquiátrico, Carlos Saavedra

En su afán de amendrentar a Saavedra, el sindicato lo ha denunciado ante el Ministerio de Salud por una serie de presuntos abusos, pero han metido en la danza a los pobres michos, diciendo que son un "terrible" peligro para la salud de los pacientes.

Aterrado por su posible destitución, Saavedra ha disuelto el comité que un grupo de médicos y enfermeras había formado para el cuidado de los gatos (que, dicho sea de paso, están todos esterilizados y con sus vacunas de rigor) y, por si fuera poco, ha prohibido que pase ningún tipo de alimento para ellos. Es decir, planea matarlos de hambre (ya hace unos meses, sospechosamente, dos de los mininos fueron hallados envenenados).

Es más, Saavedra ha convocado a una charla mañana para "demostrar" el peligro que representarían los gatos para los pacientes, lo cual es un absurdo, puesto que hasta en el INEN hay colonias de gatos muy bien cuidados y protegidos y nunca se ha reportado riesgo alguno para los internos.

¿Cómo llegaron los gatos al Hermilio Valdizán? Pues porque en un momento hubo una infestación de ratas y los felinos lograron ahuyentarlas. A casi todas, pero aún hay muchas ratas en los ambientes del hospital y no pasa semana sin que se encuentre una muy cerca a la comida que ingieren los pacientes.

Mientras en todo el mundo la psiquiatría está redescubriendo el poder terapéutico de los felinos en el tratamiento de problemas mentales, acá el doctor Saavedra da dos pasos atrás sólo porque se muere de miedo de que lo destituyan.  

Y los del sindicato, en lugar de perseguir gatitos, deberían ocuparse de cazar a las verdaderas ratas. ¿O no se atreven?